Integridad…¿qué es eso?

“El alma se tiñe del color de tus pensamientos. Piensa sólo en aquellas cosas que están en línea con tus principios éticos y morales y que puedan ver la luz del día. El contenido de tu carácter lo eliges tú. Día a día, lo que eliges, lo que piensas, y lo que haces, es en lo que te conviertes. Tu integridad es tu destino…Es la luz que guía tu camino”.

Heráclito.

¿No debería ser obvio que hay que manejarnos con integridad, actuar con honestidad y ser respetuosos, así como accionar de acuerdo a la leyes y los principios éticos y morales que nos rigen y facilitan la sana convivencia?

¿Qué nos esta pasando que esto no parece estar claro?

Realmente no lo sé, pero a veces me pareciera que cada vez estamos más inmersos en una sociedad en la que está poco claro, lo que está bien y lo que está mal, y en donde los principios éticos y morales cada vez son más ligeros y hasta confusos.

Yo no soy quien para dar lecciones de moralidad, ni para juzgar a nadie, pero sí me gustaría revisar de qué estamos hablando, cuando hablamos de “Integridad”.

La palabra “Integridad” deriva del adjetivo integer, que significa intacto, entero, no tocado, o no alcanzado por un mal; así es que “la integridad” es la pureza original y sin contacto o contaminación con un mal o un daño, ya sea físico o moral.

La Integridad es una cualidad fundamental que debe regir el comportamiento de las personas en lo individual y de las instituciones como colectivo. Está relacionada con los pensamientos, las ideas y creencias; las palabras, las acciones y hasta las omisiones en la forma de actuar de cada persona, en todo momento y en cada circunstancia.

Una persona íntegra es aquella que hace lo correcto; es decir, todo aquello que considera bueno para si y que no afecta los intereses de los demás.

Una persona con integridad, tiene una firme noción respecto de quién es, así como de lo que es importante para él/ella, y cuenta con la habilidad y la fortaleza necesarias, para mantener sus convicciones aún ante presiones contrarias y difíciles.

La clave de la integridad, consiste en tener bien definidas las líneas y los estándares que reflejen el sistema de valores y creencias personales; por esto la gente dice que la “integridad”, se trae desde la cuna. Así, la integridad que viene desde los principios de una persona, se traduce en honradez, honestidad, respeto por los demás, responsabilidad, control emocional, puntualidad, lealtad, pulcritud, disciplina, congruencia  y firmeza en las decisiones, entre otros atributos que pueden distinguirse en alguien que vive con integridad.

Una actuación íntegra y auténtica, no es sólo hacer las cosas bien, sino intentar hacer las cosas correctas, ayudando a la realización propia y a la de los demás y cumpliendo con el trabajo que estamos destinados a hacer. Así es que ser una persona íntegra, es una tarea continua y de nunca acabar; es una montaña que nunca acabas de escalar.

Y así como la integridad es lo resultante de una trayectoria coherente con los valores humanos, un único acto que la traicione, es suficiente para anularla y hacer que la confianza que se logró construir lentamente, caiga rápidamente en el vacío y se pierda.

Una falta de integridad puede derivar en corrupción, fraude, soborno, malversación de fondos; en quebrantar leyes y procedimientos; principios y normas, que llevan a conductas que podrían significar la pérdida y laxitud frente a los propios valores y por ende, acarrear caos y crisis.

Mentir, robar, tranzar, olvidar por un momento lo que es correcto, pueden implicar una enorme fisura entre lo que se dice y lo que se piensa; entre lo que se dice y lo que se hace; entre lo que se considera una conducta adecuada y lo que se termina realizando; entre lo que es moralmente justo y lo que parece resultar convenientemente por el producto de la presión de las circunstancias.

No tiene que ser una falta grave; puede ser desde algo tan sencillo como meterse en una fila por la mitad, o deliberadamente violar un principio de orden. Algo como no respetar el límite de velocidad, o de plano evadir el pago de tus impuestos; una y tantas que ya ni siquiera nos parecen graves, y frente a las que encontramos justificación, cuestionando a otros “peores que nosotros”… Será que hoy las cosas funcionan así? O es que tenemos duda sobre cómo actuar?

Como ciudadanos que somos; como cabezas de familia, seamos jefes de empresa, o simplemente empleados, padres, esposos, hijos, hermanos; colaboradores y compañeros, amigos, vecinos o en general personas conscientes; empecemos por darnos cuenta que hoy, el bienestar de todos; el orden, la eficiencia, nuestra efectividad; nuestra salud y sobre todo, nuestra supervivencia, dependen y dependerán en gran medida de respetarnos y de actuar íntegramente, por el bien común y por el de todos.

Vale la pena tener en cuenta que si queremos salir adelante como ciudadanos, como instituciones, como familias y como personas, es imperativo que vivamos con integridad; que construyamos poco a poco, trabajando y accionando congruentemente con nuestros valores, haciendo lo correcto, en una misma dirección; de tal modo que las reacciones frente a los problemas, sean previsibles y no obedezcan a actitudes oportunistas, convenientes, desleales o dañinas.

Alguien dijo que “la integridad sin conocimiento es débil e inútil; y el conocimiento sin integridad, es peligroso y terrible”, así es que los invito a vivir respetando los principios de integridad y a dejar a un lado el confort y la conveniencia personal, en pos de trabajar por el bien de todos.

Aquí hay algunos principios que podrán servirles de guía:

  • La integridad personal y profesional ha de ser siempre tu más preciado atributo.
  • No sólo debe interesarte el resultado final, sino también la manera en la que lo logras.
  • Sé una persona honrada y franca. Respeta todas las leyes y regulaciones. Pero no te quedes sólo en el comportamiento lícito, haz que el comportamiento ético y moral sea tu norma.
  • Confía en tus instintos. Siempre te indican con claridad cuando algo no es correcto del todo.
  • Establece tus relaciones con la gente de alrededor, sobre la base de la integridad, la confianza, la congruencia y el respeto mutuo.
  • Frente a la duda, apuesta por la integridad y haz siempre lo correcto.
  • Se auténtico y fiel a ti mismo y vive de acuerdo a lo que piensas y sientes; busca que tus actos sean congruentes con tus palabras, con tus ideales y, que busquen no sólo el bien común, sino el de la comunidad a la que perteneces.

¡Vivamos con integridad!

Y por último, les comparto un video que me compartió mi cuñado Jorge, que me gustó mucho porque me parece que está relacionado con este tema y que seguramente los dejará pensando.

https://www.youtube.com/watch?v=m7jND_yMsUo

 

 

 

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